“La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin respiración”

martes, 30 de noviembre de 2010

Se me vienen tantas cosas a la cabeza que no soy capaz de escribir ninguna, pero tengo que hacerlo, tú te mereces más que un simple felicidades.

Sería demasiado típico darte las gracias, pero es lo único que puedo hacer. Debo agradecértelo todo, y es que sin ti hoy yo no sería lo que soy. No puedo ni quiero imaginarme un futuro en el que tú no estés, y es que aunque odies que la gente te demuestre su afecto, tengo que decírtelo, te quiero. ¿Por qué? Por lo grande que eres en todos lo sentidos, por lo que transmites sin decir una sola palabra, por hacer que eso tan difícil que es la convivencia sea como un juego de niños; y es que no conoces verdaderamente a una persona hasta que no convives con ella y contigo es todo tan fácil que asusta. Aunque en ciertos momentos desee matarte, como cuando te pruebas mil modelos diferentes de ropa o te miras al espejo cada cinco minutos, tengo que reconocer que no tengo ni un mal recuerdo de todo lo que pasamos juntas, y por eso, gracias.

Eres la calma, la paciencia y la bondad hechas persona. Me aportas esa tranquilidad que siempre me falta y estás en los momentos de tensión para recordarme que lo más duro ya ha pasado. Por eso, cuando alguien como tú me da su confianza, me ofrece su cariño y me escoge para formar parte de su vida, me doy cuenta de que algo habré hecho bien. Hemos pasado tanto juntas que sería una tontería intentar destacar algo, pero lo más maravilloso es que aún nos quedan muchas más cosas por vivir. Y doy gracias a Dios porque te cruzaras en mi camino y porque me demostraras que la verdadera amistad se cultiva durante años y que sus frutos se van recogiendo poco a poco a lo largo de la vida. De verdad que me duele no saber expresarme pero te aseguro que dijera lo que dijera seguiría quedándose corto.

En serio Claudia, otro año más, desde mi ventana sigue sin verse la tuya :)

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